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Contribute FeedbackBonita casa rústica de dos plantas muy acogedora (la camarera se gana de largo el jornal subiendo y bajando escaleras). Maravillosa amabilidad, carne muy rica, no defrauda. Carta de vinos suficiente. Muy buen precio. Recuerdo que se come buena carne, para tanto crítico en el precio.
Creo que era la tercera vez que entrábamos y, por supuesto, la última. Sólo queríamos tomar un par de vinos y nos pasaron al salón de abajo, ya que no se podía estar en la barra debido a las restricciones. No hacía calor, pero junto a la chimenea se estaba bastante bien. Preguntamos si había caldo y pedimos un par de ellos, junto con un par de riberas. El caldo bueno y generoso, en un cuenco como para sopa castellana. Después pedimos otro par de riberas. Los pinchos buenos y el servicio amable y correcto. Pedimos la cuenta y sumaba 5 €, le dijimos a la camarera que no podía ser. Volvió y sumaba 10 euros, la revisamos y vimos que faltaban los caldos, se lo dijimos. Volvió y el total era de 24 €. Mi mujer le dio 25 € y le dijo que se quedase con la vuelta, mientras yo me quedé pensando que nos había cobrado 7 € por cada caldo. Al salir, me acerqué a la barra y se lo dije. La camarera, con cara de póquer, le preguntó al dueño, el cual habló con alguien de la cocina. Volvió la camarera, que no sabía dónde meterse, y nos dijo que nos lo dejaba a 4 €, mientras nos mostraba la pantalla de la caja registradora, en la que figuraba el precio del caldo, a 7 eurazos. La pobre no tenía culpa de nada, pero le pregunté si sabía lo que cuesta un caldo en otros sitios, porque nos estaban cobrando más del doble. Finalmente nos devolvieron 4 euros, que tampoco cuadraba con cobrar el caldo a 4 euros, pero no tenía ganas de regatear. Y de esta forma tan tonta se pierden dos clientes del pueblo, que habían acudido con otras personas y que lo habían recomendado el alguna ocasión, por rascar unos míseros euros.
Poco más que decir, muy bueno todo, comida, postres... La atención genial y el sitio muy chulo. Se puede comer diferente y bien en Segovia sin tener que salir de la provincia.
Teníamos pendiente este restaurante desde antes del confinamiento y finalmente pudimos probarlo. Pedimos una ensalada de la casa, una parrillada de verduras, entraña y vacío para compartir entre cuatro personas. Todo estaba bastante bueno. De postre, pedimos un panqueque y un pionono. El primero estaba muy bueno, pero el segundo era demasiado consistente y costaba tragarlo. También tomamos una botella de Trapiche, Cabernet Sauvignon, recomendada por el camarero, suave y equilibrado pero un poco ligero. El trato fue amable e informal y el precio era medio.
Restaurante argentino muy bueno y con una atención magnífica. Más no se puede pedir. Platos sencillos bien cocinados y bien de precio. Recomendado