Confiteria Lisbeth - La Cumbrecita

Esta sencilla confitería abre sus puertas de jueves a domingo (creo) de 15:30 a 19. Con puntualidad alemana (jee).Una porción de torta y un te o bien una granadina (si todavía la elaboran) , servida amorosamente. Te habla de la historia de los fundadores de este pequeño pueblo perdido en la montaña.Es un imperdible.

Es muy simple, una entra y es como ir a tomar el te a la casa de la nona. La estética del salón y el ambiente generan esa idea. No se puede negar que es acogedor, pero como casa de te o confitería le falta propuesta. La carta es muy reducida y no tienen muchas de las cosas que se ofrecen. Un detalle no menor es el silencio, volvemos a la idea de la casa de abuela. No es necesario música fuerte, con algo bajito es suficiente, pero el silencio total es muy aburrido y hace que uno termine susurrando para no molestar a la mesa de al lado. Probamos la torta moka y la empanada de frambuesa, ricas y caseras pero tampoco me pareció tan destacables como algunos comentarios que leí. La atención de la sra. es muy buena, muy amable. Seguramente en verano aprovechando las mesas a la orilla del río se disfruta mas, pero a mi en particular me pareció que deja mucho que desear.

Este lindisimo y acogedar lugar solo abre de jueves a domingo si no me equivoco y desde las 3 y media de la tarde . Es el lugar perfecto para la merienda en la cumbresita. Sirven tortas prepadas en el lugar super frescas y extra exiquisitas, la atencion del personal es muuuy amable. Hasta nos dejaron pasar un ratito en su jardin para dibujar sus flores. Es mas que recomendable disfrutar de sus tortas !!!!

Luego de ir a La Olla, x recomendación del dueño del hotel en el cual estuvimos alojados, fuimos a tomar una merienda en la confitería Liesbeth. Es un hermoso lugar, al lado del río, con mesas dentro y fuera, las camareras estaban vestidas con atuendo típico alemán. Tante Liesbeth (su original dueña) quien falleció en 2005, fue la primera panadera del pueblo La Cumbrecita. Llegó alli en 1932 con su esposo trabajando ambos para los Cabjolsky, familia fundadora del pueblo. Tengo entendido q ella era la niñera de los hijos de la familia. Pudo abrir su confiteria gracias a q la ayudaron uno o dos hijos del matrimonio para el cual trabajaba. Probé una torta de Moka, la noté un tanto seca. Mi marido me decía q aqui la mayoria recomendaba la de queso. Todas las tortas q allí se hacen son realizadas con las recetas originales. El te estaba riquisimo! si bien no quedé muy conformé c la torta q probé, es un lugar q merece la pena visitar y sentarse a merendar bajo los arboles, al lado del río y con un muy lindo y tranquilo entorno. La única contra es q no abre todos los días y solo tres horas y media. Recomiendo visitar.

No conocía el lugar solo haci que fuimos caminando desde la cabaña y lo encontramos un lugar mágico lindo al igual que el perro que sale a tu encuentro tortas exquisitas volveremos. Lo recomiendo